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La promoción de la salud en la mujer de edad mayor

Marlén Oliver Vázquez, EdD. MPHE.
Catedrática Asociada
Programa de Gerontología
Escuela Graduada de Salud Pública
Recinto de Ciencias Médicas

Los adultos de 65 años o más constituyen hoy en día, el grupo poblacional de mayor crecimiento en Puerto Rico. El crecimiento es aún mayor para el grupo de personas de 75 años o más y se espera que este cohorte continúe siendo el de mayor crecimiento en los años venideros.

Al examinar lo que implican estas cifras para la sociedad, encontramos razones de sobra para justificar la necesidad apremiante de programas de promoción de salud para los adultos mayores. En primer lugar, este grupo de edad presenta unas características sociales y de salud muy particulares que lo hace más vulnerable a la incapacidad crónica y a la dependencia funcional, y por ende a la utilización de servicios de salud. La evidencia empírica sugiere que mientras se avanza en edad, aumenta la demanda por recursos de salud, sociales y familiares para el cuidado de estas personas. Esto es así ya que los efectos de las condiciones crónicas, acccidentes y traumas son más severos en las personas de edad mayor, lo cual muchas veces requiere cuidado de larga duración. En segundo lugar, aunque el grupo de edad avanzada representa sólo el 10% de la población total en Puerto Rico, consume apróximadamente un tercio del presupuesto asignado a salud. Ese tercio a su vez es consumido casi en su totalidad por una fracción de la población de edad mayor constituida por adultos con dependencia funcional. En tercer lugar, la investigación sugiere que los índices de morbilidad crónica y aguda, e incapacidad funcional y muerte prematura pueden reducirse significativamente si las personas hacen cambios en su conducta o en su ambiente que reduzcan los riesgos a su salud.

Aunque las personas mayores conviven con un promedio de cuatro enfermedades crónicas que son el resultado de toda una vida de exposición a riesgos, la mayoría de éstas están activas y funcionales y pueden beneficiarse de programas de promoción para la salud. Aún las personas con condiciones de salud serias pueden mejorar significativamente su salud y evitar el deterioro posterior si adoptan estilos de vida saludables.Varios estudios señalan que las personas de edad avanzada se preocupan más por su salud y están más receptivas a involucrarse en prácticas de salud sanas, que los grupos más jóvenes. También se ha demostrado que las prácticas de salud favorables aumentan con la edad y que los grupos mayores se interesan más en la educación sobre la salud, que los grupos más jóvenes. Sin embargo, los programas de promoción para la salud dirigidos específicamente al sector de edad mayor reciben muy poca prioridad y atención por parte de los profesionales de la salud y de las instituciones a cargo de proveer servicios de salud para la población.

Los programas de promoción de salud para las personas mayores se fundamentan en un concepto amplio de la salud que la define como la habilidad de mantener la independencia funcional, alcanzar metas personales y mantener relaciones sociales satisfactorias, aún en presencia de enfermedad. La promoción de la salud para el adulto mayor es entonces definida como aquellos esfuerzos dirigidos a facilitar cambios de conducta y ambientales que propendan a la independencia y el bienestar en los adultos viejos. Estos deben resultar en la prevención o retraso en la aparición de la enfermedad y la reducción de la incapacidad funcional o el reestablecimiento de la capacidad física y mental. Es el proceso de promover la toma de conciencia, de influenciar actitudes e identificar alternativas para que los adultos de edad mayor puedan tomar decisiones informadas y hacer cambios de conducta pertinentes, dirigidos a obtener un nivel óptimo de salud y a mejorar su ambiente físico y social. Estos esfuerzos incluyen estrategias diseñadas para la modificación de la conducta, la educación en salud, la identificación de factores de riesgo y actividades dirigidas a la protección y mantenimiento de la salud y a la prevención de la enfermedad y la incapacidad funcional. Esta definición provee un marco amplio que unifica los conceptos de prevención de la enfermedad, promoción de la salud y bienestar de las personas mayores. Implica un concepto holístico de la salud el cual se aparta del modelo biomédico al integrar los aspectos sociales, conductuales y ambientales en la atención de la persona anciana.

Los argumentos en beneficio de la promoción de salud para las personas de edad mayor cobran mayor importancia al considerar el grupo específico de mujeres ancianas. Estas representan un 54% del total de la población de 65 años o más y tienen una expectativa de vida casi 10 años mayor (78.5) que sus contrapartes masculinos (69.2). Más de la mitad de estas mujeres pasan muchos de los años de la tercera edad en soledad, sin su pareja, ya que el 46.4% son viudas y el 13.5% son solteras o divorciadas. Al compararlas con otros grupos de edad, las mujeres viejas presentan los niveles de ingreso y de instrucción más bajos de nuestra sociedad. La evidencia empírica sugiere una relación entre estos factores y el aumento de la dependencia funcional y la necesidad de servicios de cuidado prolongado. De hecho, las mujeres ancianas, aunque tienden a vivir más, presentan un índice de enfermedades crónicas e incapacidad funcional mayor que sus contrapartes masculinos. Ellas son más suceptibles a condiciones crónicas y a problemas de salud tales como: osteoporosis, traumas por accidentes y caidas, cáncer de mama, cáncer del cervix, diabetes y enfermedades del corazón, entre otras. Por otro lado, estamos hablando de un grupo heterogéneo con unas características muy particulares en términos socioculturales, educativos, económicos y valorativos, las cuales las hacen diferentes al resto de la población. Además, por el hecho de ser mujeres, su experiencia de vida difiere significativamente de la de los hombres ancianos.

La promoción de salud puede contribuir significativamente a mejorar la calidad de vida y bienestar de la mujer anciana. El diseño de los programas de promoción en salud para este grupo de mujeres debe considerar sus características particulares y atender sus necesidades de modo integrado. Las metas de promoción de salud deben ir dirigidas hacia el mantenimiento de la independencia funcional, el manejo adecuado de las condiciones crónicas y la prevención del deterioro posterior y la incapacidad funcional. La seleción de los temas y de la metodología de intervención deberá partir de un análisis detallado de los factores que determinan las conductas de riesgo a la salud que queremos cambiar. El contenido a ofrecerse debe ser útil y pertinente a la experiencia de vida y contexto socio-cultural de las participantes. La metodología educativa debe ser participativa y que considere las experiencias de vida de estas mujeres al impartir la instrucción de los conceptos de salud pertinentes. Debe fomentar la asertividad por parte de la mujer mayor para lidiar con los profesionales que las atienden sobre asuntos pertinentes a su salud y la responsabilidad por el cuidado propio.

A continuación, se sugire una lista de aspectos pertinentes para trabajar en la promoción de la salud para el grupo de mujeres de edad mayor:

1. La prevención de enfermedades agudas, condiciones crónicas y traumas. En este aspecto se incluyen las inmunizaciones para tétano, neumonía e influenza y la consejería y educación para la salud. Se enfatiza en la erradicación de hábitos perjudiciales a la salud, tales como, el uso de alcohol y cigarrillos; en la adopción de estilos de vida saludables como por ejemplo, el consumo de una dieta balanceada, el manejo del stress y el ejercicio físico; el uso correcto de los medicamentos; y la adopción de medidas de protección ambiental para la prevención de accidentes y caidas. Además, las estrategias de promoción en salud pueden incluir la capacitación en destrezas específicas para que la mujer de edad mayor pueda lidiar con asuntos específicos inherentes al género y a la edad, como lo son el ajuste a la menopausia, el manejo de pérdidas y el manejo del rol como proveedoras de cuido, entre otros

2. El cernimiento, diagnóstico y tratamiento temprano para condiciones de salud de manera que se retrase la aparición de la enfermedad o se prevenga cualquier complicación que resulte en incapacidad funcional. En este aspecto se incluyen las pruebas de detección temprana de cáncer de mama, cervix y colon, al identificación de niveles de colesterol sanguíneo, el control de presión arterial y los niveles de glucosa en sangre, la detección y tratamiento temprano de la enfermedad periodontal.

3. El mantenimiento de la función aún en presencia de enfermedad. Este aspecto incluye intervenciones de salud pertinentes para detener la progresión de la enfermedad, minimizar el efecto de ésta y evitar la dependencia funcional o el reestablecimiento de la capacidad física o mental, si es que ésta se ha perdido.

 

REFERENCIAS

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